Actor Roberto farías presentó anoche monólogo “Acceso” ante un centenar de asociados, asociadas e invitados.
por Javier Vera Sembler
Cruda y a ratos insufriblemente incómoda. Roberto Farías (El Club) maneja un abanico de emociones que someten al expectador a un torbellino de sentimientos que van desde la desesperanza al dolor y de la culpa a la risa nerviosa, porque se sabe que esa alegría contenida y momentánea no es más que un breve alto antes de la próxima embestida de este bocel que deambula bufando y con el que ciertamente, no dan deseos de toparse. Se trata de un viaje en un autobus imaginario del que a ratos dan ganas de bajarse, ejercicio imposible -e infructuoso- aún cerrando los ojos, pues la propia oscuridad envuelve al auditorio mientras la temperatura parece bajar más y más como si se tratase de un lento descenso hasta las profundidades más gélidas de esa cosa llamada sociedad. Esa que da y quita, que elige y califica, que tantas veces niega, y que de cuando en cuando deja caer una soga con la que pareciera poderse emerger de ese pozo de marginalidad. Aunque el costo sea alto. Muy alto.
“Acceso” no es una propuesta. No es un montaje “correcto” ni tampoco espacio para el lugar común o la comedia. Ante un público en que la mayoría son jueces, o juezas, Sandokan camina y recorre pasillos enfrentándose a puntazos con seres imaginarios que alguna vez reales pasaron a ser necesarios para su precario equilibrio mental. Una mente dañada, corrompida y adormecida, que con abstinente urgencia sólo encuentra la calma en sustancias que bajo formas y colores dispares, suben o bajan; cuando no se ahoga en un destilado de efectos demasiado familiares.
Notable resulta la alusión a esa cosa tan común como demencial del Chile de la calle, que encuentra la ley hasta tirada en el suelo y donde la promesa de “igualdad” (no de equidad, esa versión tan descafeinada con la que no pocos terminan conformándose) aparece plasmada en un texto inerte cuyo contenido se vuelve trágicamente hilarante y hasta absurdo. La “ley” se vende en librerías a precio de oro, comentada o concordada y en tapas duras, y a luka en la micro, en papel de roneo y no de ese que sirve también para liar pitillos. Una ley que reprime, que condena. Una ley que no da oportunidades ni herramientas. Una ley que no da “acceso” a nada. Ni por asomo.
Se siente vergüenza; pero no ajena, pues a la larga somos parte de ese mismo sistema que crea infractores prefabricados a partir del abandono y la violencia. Ese mundo de “tíos” que jamás fueron realmente parientes y de vocaciones irremediablemente pervertidas y extraviadas.
En poco más de una hora, se nos ha acelerado el corazón y vuelto vidriosa la mirada, aunque tal vez no soy el único que se ha propuesto volver a verla.
Tal vez hay un poco de Sandokan en (muchos de) nosotros.
La iniciativa
La presentación de anoche fue fruto de un esfuerzo conjunto entre la Comisión de Derechos Humanos y Género de la Asociación de Magistrados; su Departamento de Cultura y las Asociaciones Regionales de Santiago y San Miguel, iniciativa coordinada esta vez por la asociada Macarena Rebolledo y que derivó en una función privada exclusiva para socios y socias con acompañante, con una evidente vinculación del tema con el ejercicio de la función jurisdiccional.
Ficha
Nombre: “Acceso”
Dramaturgia: Roberto Farías y Pablo Larraín
Elenco: Roberto Farías
Dónde: Teatro La Memoria, Bellavista 0503
www.teatrolamemoria.cl
Entrada general: $8.000.-