En poco más de una hora, escritoras y escritores leyeron ayer pasajes de creaciones propias en torno a un relato común: las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura cívico – militar, en un acto sobrio pero emotivo organizado por la Comisión de Derechos Humanos y Género de la Asociación de Magistrados y la Asociación Regional de Magistrados de Santiago. Reparación siempre insuficiente, pero necesaria, ahí donde el lugar elegido, el salón de honor del Palacio de Tribunales, resultó ser un escenario atípico para una actividad que buscó hacer memoria al cumplirse 46 años del golpe.
En primera fila, el Presidente de la Corte Suprema, Haroldo Brito, y la magistrada Juana Godoy, afectuosamente saludada por la concurrencia y presente en reconocimiento de su labor a cargo de las primeras diligencias del caso “Lonquén” el año ’78.
Abrió la ceremonia la Presidenta de la ANM, Soledad Piñeiro, quien dio lectura a una declaración en la que el gremio pide a las autoridades de los poderes Judicial y Ejecutivo que adopten una serie de medidas -a la brevedad- tendientes a agilizar la tramitación de las causas pendientes en materia de violaciones a los DDHH ocurridas en dictadura.
Conforme se alternaban imágenes de notas periodísticas, manifestaciones, recortes de prensa y toda clase de imágenes de archivo -todas en sepia, trabajo realizado por el juez Raúl Valenzuela- se sucedían las lecturas: primero Soledad Fariña, luego Alejandra del Río, José Ángel Cuevas, Isabel Guerrero y Sofía Brito, para finalizar con el magistrado Valenzuela, tras la presentación y comentarios de la también escritora Margarita Bustos.
Fue un recorrido intergeneracional de relatos entre aquellos de quienes lo vivieron en carne propia, sus familiares y quienes han sucedido a las tragedias, en un acto que buscó “dialogar desde la memoria y el dolor con la impunidad que persiste ante los horrores de la Dictadura militar” para rememorar el rol que adoptaron los Tribunales de Justicia entre 1973 y 1990.